¡AL FIN ME JUBILÉ! ¿Y AHORA QUÉ HAGO?

Trabajé más de 30 años en un comercio. Me gustaba, pero ya estaba muy cansada. No veía la hora de jubilarme y tener más tiempo para mí. Pero ahora que tengo todo el tiempo del mundo, me aburro mucho. No tengo amigas que me acompañen. Mis hijos y nietos tienen sus vidas. Me visitan constantemente, pero no es lo mismo. A veces me siento sola y sin sentido– Así comenzó la charla con Inés.

Este tipo de conversaciones son bastante habituales con clientes adultos mayores en las sesiones.

Tanto hombres como mujeres trabajamos a lo largo de nuestra vida para progresar y darle lo mejor a nuestras familias. A algunos nos gusta y disfrutamos nuestros trabajos, a otros no tanto.

Algunos, en el mientras tanto, proyectamos el futuro con la adquisición de nuevas destrezas y conocimientos (cursos, talleres, viajes, etc.) que desarrollaremos una vez retirados y otros relegamos todo hacia el final, cuando tenga que pasar.

Aunque innegablemente a todos nos llega el momento de la Jubilación.

Esta etapa seguro es un quiebre que, dependiendo del observador, podrá ser positivo o no.

Por un lado tendremos más tiempo para nosotros, para realizar actividades que nos hubiera gustado hacer antes pero que, por cuestiones de tiempo o responsabilidades, no podíamos encarar y por otro lado tal vez nuestros ingresos se ven diezmados o reducidos, la salud no nos acompaña como antes  y ese tiempo de sobra, que tanto ansiábamos,  nos inunda en pensamientos que no son constructivos y que, de no ser contenidos, pueden producirnos una depresión.

Basándome en la teoría del afrontamiento, como coach, recomiendo a los clientes trabajar en lo que les gustaría que les pase, pero de ser posible, antes que se jubilen o que esos pensamientos (ya jubilados) deriven en una depresión.

Como familiares de un pre-jubilado podemos darle una mano a nuestros adultos mayores con preguntas constructivas para incentivar a la creación de vida después de la jubilación.

Por ejemplo:

  • ¿Qué te gustaría que pase después de que te jubiles?
  • ¿Cómo ves tu vida en ese momento?
  • ¿Qué harías para lograr disfrutar tu tiempo de jubilado/a?
  • ¿Con quién te parece que podés pasar tu tiempo libre en ese momento?
  • ¿En qué puedo acompañarte para diseñar lo que estás deseando?

El cambio de estado es irremediable, pero la forma en la que lo encararemos depende pura y exclusivamente de nosotros. Buscar opciones creativas y positivas de disfrutar de este estado es un desafío que debemos tratar de crear, en lo posible,  antes que pase. De esta manera la realidad no nos golpeará tan fuerte y podremos disfrutar de la nueva posibilidad que nos da la vida.

Gracias por leer!

Diego Marshall

Trainer Coach

LOS VALORES PERSONALES Y LAS CREENCIAS LIMITANTES

Cuando nos referimos a nuestros  valores hablamos de  las normas que nos  establecemos nosotros mismos para vivir. La religión, la moral y la ética juegan un papel importante en los valores personales.

Todos los valores personales son herramientas para hacer que el individuo se sienta bien con su conducta.

Estos valores son tan propios que varían de persona a persona y dependen de convicciones individuales, pero también pueden provenir del constructo social al cual la persona pertenece (país, familia, asociación, etc.).

Así, por ejemplo, dentro de un hogar se inculca desde los primeros años de vida de los niños la presencia de valores, los cuales son parámetros de conducta que se espera que la persona posea o cumpla para llevar una relación de convivencia respetuosa y pacífica con los demás. Muchos valores son transmitidos a los niños por medio de los padres, no solamente como parte de una educación formal, sino también a través del ejemplo. Por ende,  existirán tantos tipos de valores como personas en el mundo.

Las creencias, que en muchos casos son subconscientes, afectan a la percepción que tenemos de nosotros mismos, de los demás y de las cosas y situaciones que nos rodean.

A través de nuestro sistema de Valores y Creencias  damos significado y coherencia a nuestro mundo, por eso, cuestionar una de nuestras creencias puede desestabilizar todo este sistema y hacer que nuestro mundo se derrumbe. Es por esta razón, que somos muy reacios a modificar algunas de nuestras creencias.

Las creencias se forman a partir de nuestras experiencias personales, desde que nacemos, por  lo que cuando una creencia se instala en nosotros, tendemos a eliminar las experiencias que no se casan con ella, para prevenir posibles conflictos o “choques” de creencias.

Por todo esto, las creencias son una fuerza muy poderosa dentro de nuestra conducta: Si alguien cree firmemente que puede hacer algo, lo hará, y si cree que es imposible hacerlo, es muy difícil que se convenza de lo contrario y no alcanzará el éxito (Lydia del Amo).

Estas creencias también van transformando nuestro sistema de valores  ya que a través de ellas les vamos dando importancia a ciertos aspectos de nuestras vidas.

El problema surge cuando esa construcción, esa idea que nos armamos en nuestra mente (creencia) y que marca nuestra forma de actuar en la vida (valor) nos limita para avanzar.

Eso lo descubrimos en nuestro relato con palabras como: No puedo, no soy capaz, me prohíbo, está mal, etc.

Este tipo de declaraciones se fijan en nuestra mente como una orden que no puede ser desobedecida. Es aquí donde nace la limitación.

Como dijimos los valores son necesarios para regular la conducta humana y distinguir lo que nos hace bien y nos ayuda a relacionarnos con los demás, pero cuando creamos suposiciones  o barreras de acción apoyándonos en ellos sin validarlas realmente y justificarlas es cuando nos limitamos como SERES HUMANOS y PENSANTES.

La próxima vez que te encuentres, por ejemplo,  afirmando que NO PUEDES hacer algo,  que NO DEBES hacer, que ES IMPOSIBLE  algo pregúntate si esto es así porque realmente existe una imposibilidad física, va en contra de lo que sientas (Valores) o es por temor o duda de ti mismo (Creencia limitante). Y si descubres que es por esta última sigue indagándote: por qué me limita? Quién sería yo si decidiera hacerlo? Cómo me sentiría? Por qué sería mejor para mí?, etc.

Una vez seguro de si estoy siendo limitado o no por mi sistema de creencias decidiré si avanzo o no, pero ya de una manera consciente. No engañándome a mí mismo.

Este es el primer paso para descubrir la coherencia entre mi SER, mi escala de valores y mis creencias.

Gracias por leer!

                                                                   Diego Marshall

Trainer Coach

INTELIGENCIA SOCIAL Y MANIPULACIÓN EMOCIONAL

Uno de los descubrimientos más importante de la neurociencia es que nuestro cerebro está programado para conectar con los demás: y es que cada vez que dos o más personas se encuentran o se comunican, en sus cerebros se inicia una suerte de danza emocional. Ciertas regiones se activan, se segregan ciertas hormonas y ciertas conexiones neuronales se disparan. En su conjunto, este sutil “tango de sentimientos” será más o menos armónico según el tipo de conexión existente entre las personas en cuestión. Ahora bien, a mediano y largo plazo, estas relaciones sociales no solo irán esculpiendo la forma, el tamaño y el número de neuronas de cada sujeto, sino que irán influyendo silenciosamente en su carácter, en su biología e incluso en su salud (Daniel Goleman- Inteligencia Social).

La Inteligencia Social es aquel conjunto de habilidades que nos permiten comprender a los demás, el marco de las situaciones sociales y sobre todo cómo interactuar con éxito con la gente y conseguir caer bien y hacer que  otras personas cooperen con nosotros. Es la empatía que va más allá. Es la posibilidad de influenciar sobre los demás porque sienten que son comprendidos por nosotros. Esto implica un gran poder y, por ende, una gran responsabilidad.

Los grandes conquistadores, al igual que los grandes líderes de la historia son famosos por el gran carisma que desprenden, una especie de imán  que deja huella en las personas con las que tiene relación. Esa influencia que hizo que Hitler se convirtiera casi en el dueño de Europa o que cada domingo hace que desborde la Plaza San Pedro cuando el Papa Francisco sale a saludar al pueblo desde su ventana en el Vaticano.

En menor medida, políticos, actores, periodistas,  doctores, maestros, youtubers , etc., como así toda persona que ostenta un puesto de reconocimiento en la Sociedad puede ser un INFLUENCER (dícese de una persona que cuenta con cierta credibilidad sobre un tema concreto, y por su presencia e influencia en redes sociales puede llegar a convertirse en un prescriptor interesante para una marca), o dicho de manera más simple: una persona con gran inteligencia social que influye sobre los demás. Este poder mal usado es lo que llamamos MANIPULACIÓN EMOCIONAL.

Estas personas carismáticas y encantadoras pueden crear y transmitir emociones al resto, tal vez sin que nos demos  cuenta de ésto. Por ello es  importante, cuando estamos en presencia de estos seductores,  distinguir cuándo son realmente mis emociones, mis palabras, mi sentir  lo que expreso  y cuándo estoy siendo preso de la inteligencia social (influencia) de el/los otro/s.

Un buen ejercicio puede ser  preguntarnos qué es lo que estoy sintiendo en presencia de esa persona. Contrastar  mis palabras con lo que realmente siento, soy coherente? Estoy realmente de acuerdo con lo él/ ella expresa o sólo me gusta lo forma en que lo dice?.

Mientras más presentes tengamos nuestras propias emociones ( y las reconozcamos) más cerca de comprender  un poco más la Inteligencia emocional estaremos.

Gracias por leer!

Diego Marshall

Trainer Coach

MANEJO DE LA AUTOEXIGENCIA

La autoexigencia es un generador de angustia que puede en muchas ocasiones interrumpir el fluir auténtico del SER y generar estrés e insatisfacción. (Jenny Cohen Asse).

La exigencia en nuestro actuar puede llevarnos a la excelencia siempre y cuando nos ayude a fijarnos metas y perseverar para alcanzarlas, pero de manera ordenada y disfrutando el camino hacia ellas.

Cuando solo nos concentramos en las acciones y los resultados y nos olvidamos que somos sujetos de aprendizajes continuos es donde podemos llegar a ser presos de la autoexigencia dañina.

Estar solo enfocados en ser exitosos sin disfrutar de lo que aprendemos, incluso equivocándonos, es cuando nuestra exigencia propia golpea nuestra autoestima y nos sentimos presionados por mostrar resultados necesarios que solo están en nuestra mente.  De manera que, al no alcanzarnos, hace que nos “flagelemos” porque no se dio lo  esperado bajo nuestros estándares mentales.

En cambio, si además al momento de  fijarnos objetivos nos hacemos conscientes que ante una acción hay infinidad de resultados posibles, algunos mejores que otros, pero todos posibles.  Y que también algunos de esos resultados dependen absolutamente de mí, pero otros no están bajo mi control, y a la vez que de cada con cada uno vamos a aprender cosas diferentes, nos ayudará a bajar esa necesidad de control excesivo que deriva en esta autoexigencia nociva, descargando así también nuestros niveles de estrés.

Recordemos que los problemas siempre van a existir, pero que depende de nosotros y de nuestro propio conocimiento y autogestión que los mismos nos paralicen, nos estresen de más o nos impulsen a crecer como SERES HUMANOS.

Gracias por leer!

                                                                                                                                   Diego Marshall

                                                                                                                                     Trainer Coach