Las diferencias conversacionales entre hombres y mujeres se basan, en cierto sentido, en que el hombre tiene un pensamiento más lineal y las mujeres un pensamiento más emocional y desde de allí se vuelcan estos a las conversaciones.
Como en todo proceso comunicativo existe una brecha entre lo que uno dice y el otro escucha e interpreta. Esta brecha puede ser más o menos larga en función de las capacidades lingüísticas y emocionales de los intervinientes en la conversación y de la empatía que se genere en la misma.
Es real que hay personas (hombres y mujeres) que lamentablemente aún creen que el sexo femenino no tiene el mismo derecho a expresarse que los varones, ni acceder a los mismos puestos, aunque también hay otras culturas que pueden llegar a considerar a una mujer en una condición de mayor vulnerabilidad que la del hombre y que, desde mi perspectiva, esto no tiene que ver con el hecho de menospreciarla, sino más bien con cuidarla, sin que esto signifique desdeñarla.
Es interesante ver la forma en que los géneros se van relacionando y expresando. Lo que muchas veces hace que las interpretaciones de uno u otro nos separen más que unirnos.
Ver que las mujeres buscan vínculos para poder expresarse mejor y que los hombres somos más de sobresalir, de competir no es una novedad. Lo que sí me llamó mucho la atención, y no me había detenido en el análisis, es la forma en que interactuamos en diferentes ámbitos según estas maneras de ser.
Cuando la autora comenta que los hombres son, por la general, los primeros en hablar en reuniones públicas comencé a buscar este tipo de situaciones a ver qué tan cierta era esta afirmación (por más que la misma se apoya en estudios estadísticos). Mi conclusión fue que estaba en lo cierto.
Analizando el comportamiento de mis alumnos y colaboradores pude notar que son los varones los que primero toman la palabra y hasta se interrumpen entre ellos para demostrar que tienen la razón cuando hablan. Muchas veces buscan la confrontación, incluso cuando nadie les haya hecho frente por lo que han dicho. Como una manera de auto determinarse.
En cambio las mujeres son más calmas y esperan la oportunidad para hablar y hasta, a veces, hacerlo después de una reunión o clase, para no confrontar públicamente con la opinión de otro/a.
Obviamente, que como dice la autora, no es del todo bueno generalizar, ya que existen hombres callados y mujeres más avasallantes, lo que no quita que estos ejemplos dejen de tener valor para entender el comportamiento de uno u otro grupo.
Veo de suma utilidad los conceptos vertidos para nuestra profesión ya que para entender a nuestro cliente es preciso ponerse en sus zapatos y decodificar porqué dice lo que dice y desde dónde lo dice. Y así, y con estas distinciones, vemos que posiblemente no es “escuchada” la misma frase desde la óptica femenina que desde la masculina.
Entendiendo esto es que el coach puede plantear una forma distinta de llevar la sesión y la relación con su cliente (varón o mujer).
Por otro lado, a modo personal, a medida que lo iba leyendo (me llevó algunas semanas) puede ir analizando más mi relación con mis pares, amigos, colegas y familiares del sexo opuesto.
Hubo momentos en que me encontraba pensando de qué manera transmitir mejor lo que quería decir para que la otra persona entendiera lo que realmente deseaba y, por otro lado, decodificar porqué me decían lo que me decían y porqué me lo decían de una u otra manera. ¿Por qué daban vueltas sobre frases y no iban al grano? ¿Por qué sus afirmaciones tenían más tono de pregunta que una aseveración?
Ahora bien, no solo me sirvió para tratar con el otro sexo, sino también con mis amigos, colegas y compañeros varones. Fue muy interesante encontrarme en medio de una discusión utilizando recursos para tranquilizar a las partes previo análisis de sus palabras y gestos durante la misma. Tratar de expresar lo que quería transmitir sin necesidad de que sea una pulseada donde solo puede haber un ganador. Que no hay vencedores ni vencidos, sino personas dialogando y poniéndose de acuerdo sobre un problema.
Sería interesante poder ampliar el análisis sobre las diferencias lingüísticas en distintas culturas y no solo la occidental. Es bueno entender un poco más como se relacionan conversacionalmente los sexos en la cultura oriental o musulmana por ejemplo y hacer un paralelismo con los occidentales. Uno nunca sabe cuándo puede tener la oportunidad de trabajar con personas de otras latitudes y creo que este tipo de información sumaría mucho al momento de interactuar.
Concluyo entonces que a medida que más entendemos el observador que es nuestro interlocutor, en cualquier ámbito, la conversación es más fluida (y digo fluida, no más simple).
Y vos, cómo te comunicas con el sexo opuesto?
¡Gracias por leer!
Diego Marshall
Trainer Coach